Momento de escribir un poco, ya que ha vuelto la inspiración. Hace algunos minutos he recordado algo que merece estar escrito. Sucedió hace una semana, precisamente. Llegué a un Italian Coffee que ya había visitado sólo una vez (del cual no diré dónde se encuentra, por razones que más adelante escribiré y que algún perspicaz notará), me senté donde la terraza y esperé un poco. Entonces, se acercó la chica que vi la ocasión anterior para tomar mi orden:
-Hola, buenas noches. Quiero un café americano para llevar, le dije.
Preguntó si quería algo más, contestándole que no, y fue por mi café. Minutos después, volvió con mi pedido, me levanté y lo que dije sin más:
-Por cierto, he venido aquí únicamente una vez y pensé en hacerlo nuevamente hoy. En aquel momento Usted estaba en la barra, le miré y en no sé qué momento, Usted se sonrió conmigo, pero no hice nada más, hasta ahora. Me atrevo a decirle que Usted es muy linda, me encanta con esa gorra, con esa blusa verde y su peculiar mandil, que resaltan su figura, contrastando con su simpática sonrisa y bella mirada. Perdón si le incomoda escuchar todo esto, pero no podía contenerme más. En fin, cóbrese lo del café y muchas gracias, hasta pronto.
Dejé que dijera nada, la miraba fijamente como un niño mira admirado una mariposa salir de su crisálida. Me sonrojé tanto que le pagué rápidamente y al despedirme, me fui corriendo. Sin embargo, alcancé a ver su maravillosa sonrisa. Pronto volveré, aunque el café ya no sea para llevar.
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